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miércoles, 12 de octubre de 2011

JORDI ALBA ENTRA Y SILVA SE SALE

Alberto Chilet Rumí. España no se jugaba nada frente a una Escocia con opciones matemáticas pero no reales. A pesar de todo, los hombres de Del Bosque salieron enchufados desde el minuto uno, y liderados por un Silva decidido esta vez a hablar sobre el césped, plasmaron ese dominio en goles en los primeros minutos.
Corría el minuto 5 cuando llegó el primer tanto, y como no podía ser de otra forma, fue a través de una conexión con sabor valencianista. La jugada nació en las botas de Xavi, pero sería Villa el que dejaría la pelota para que Jordi Alba, que ya había comenzado con solidez en defensa, asistiera a Silva con un pase atrás que dejó al descubierto también sus habilidades ofensivas.

El lateral catalán, dorsal 6 a la espalda, tuvo un debut plácido. Se mostró tajante en la línea defensiva ayudado bien por Puyol y dobló muy bien por su banda, mostrándose participativo en ataque. Tanto él como sus compañeros supieron jugarle al fútbol a una Escocia que aguantaba más con ganas que con calidad. Las ocasiones llegaron, también para los visitantes, pero tuvo que ser de nuevo Silva el que moviese el marcador al borde del descanso.

El canario jugó una pared perfecta con Pedro adentrándose por la derecha, recortó, y colocó con un zurdazo el balón lejos del alcance de un McGregor que bien habría refrendado el deseo del ex valencianista de ser titular con la roja si en ese momento le hubieran preguntado.

A pesar del 2-0 y de la falta de motivación que se le presupone a un equipo sin objetivos en juego, cosa que cambia al hablar de la campeona del mundo, la selección siguió bordando el fútbol al inicio de la segunda mitad, y en el minuto 53, de nuevo una estupenda pared entre Pedro y Cazorla dejaría el esférico en los pies de Silva, que le dejó el gol en bandeja a Villa.

Desde entonces los hombres de Del Bosque se relajaron, los cambios minaron la intensidad, y Escocia, que tuvo sus ocasiones y acabó inquietando, recortó distancias desde el punto de penalti a través de un Goodwillie que tomó el pelo a Valdés, por difícil que sea.

Todo sigue igual por lo tanto en la roja, cuyo fútbol enamora, y cuyos resultados son envidiados, eso sí, con un pequeño matiz. Aquel chaval que rechazó el Barcelona, brilló en Tarragona y se reconvirtió en Mestalla, podrá colgar orgulloso una camiseta más en su habitación. Y no será la última.
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